Esto no es hallowen ni asunto de ahuizotes, son espantos reales que todos los días los vemos en la televisión, sobretodo al mediodía, y que se nos están metiendo a nuestros hogares con cuentos de que estamos en una segunda etapa de revolución.
Tengo una amiga y un amigo con distintas historias, pero
coincidiendo en que la represión del gobierno Ortega-Murillo está escalando a
niveles tales que las familias y personas se ven afectadas en su libertad de
pensar diferente, por sentirse espiadas y tener el temor de quedar en el
desempleo.
Una joven me comentaba que un día se puso a criticar al
gobierno en su muro de Facebook por la falta de oportunidades de empleo para la juventud y
cuando su madre regresó de trabajar, la llamó para sentarla en la sala y
pedirle que borrara su comentario, porque su jefe lo había leído y le había
exigido que le llamara la atención a su hija, porque de lo contrario no podría
seguir trabajando en una institución del Estado.
La muchacha, después del pedido de su madre, procedió a
borrar su comentario diciéndole a su progenitora que lo hacía porque no
perdiera su empleo, pero eso no le cambiaba su forma de pensar y que ojalá eso
se terminara algún día.
Otro caso similar es el de un amigo que un día le dio
"me gusta" a una noticia de La Prensa relacionada a el caso de un
edificio de apartamentos que se construye con fondos del Instituto Nicaragüense
de Seguridad Social (INSS). Casi inmediatamente fue llamado a la oficina del
jefe para que lo interrogaran y le ordenaran que borrara ese "me
gusta" o de lo contrario lo iban a despedir. Por supuesto que el temor al
desempleo tuvo su efecto.
Historias como estas son apenas una expresión de lo que
ocurre en todo el país. En los barrios nada se hace si no se consulta a los del
CPC, en las instituciones tienen prohibido dar información a los periodistas
que no trabajan en los medios que son propiedad de la familia Ortega-Murillo,
la Policía Nacional ya no llama a todos los medios a sus entrevistas y el temor
de hablar es evidente en los funcionarios y solo "la compañera" es la
que puede informar en su versión paradisíaca de cómo vivimos en Nicaragua.