miércoles, enero 26


La fábula del buen hombre y el burro


Érase una vez, en un lugar, un padre, un hijo y un burro. Iban de viaje. Llegaron a un pueblo, y se cruzaron con un caminante que les dijo:

-Perdonen la pregunta, ¿cómo es que van a pie teniendo un burro?

-¡Es cierto, papá! El señor tiene razón.

-Le agradezco su consejo... –dijo el padre- y adiós, que se nos hace tarde. (Sale el caminante) ¿Quién de los dos se subirá en el burro?

-Súbete tú, papá. Yo puedo ir a pie.

El campesino se sube al burro y caminan otro poco. Entra en escena una mujer con su canasta.

-Buenos días. (Se detiene y observa) No es que me quiera meter en lo que no me importa... pero, ¿cómo es que este pobre niño tierno y débil va a pie, y el hombre fuerte y vigoroso va montado en el burro?

-¿Qué te parece si hacemos como dice esta mujer?- dice el niño.

-Probemos.

El campesino se apea y el niño se sube al burro. Avanzan otro poco. Entra un hombre viejo.

-¡Eh, mirad esos dos!-gritaron unos vecinos-. ¡Vaya cara que tiene el niño! Su pobre padre que está ya viejo, va andando, y él, joven y fuerte, va tan contento montado en el burro.

-¡Es verdad no lo había pensado! Papá, súbete tú aquí a mi lado. No hay necesidad de que vayas andando.

Y eso hizo el padre, se montó en el animal, al lado de su hijo,y siguieron su camino.

-¡Dios mío!- interrumpieron unos hombres de otro pueblo por el que pasaron-, ¡Qué cara que tienen algunos!¡Pobre animal! Soportando el peso de dos personas, y seguro que no ha comido todavía...

- Llevan razón –piensa el campesino, un poco impaciente- Y ahora, ¿qué vamos a hacer, hijo?

-Yo creo que tienen razón, papá. El burro se ve muy cansado. Para que ya nadie nos vuelva a criticar, ¿qué tal si lo cargamos?

-Como tú digas. A ver qué pasa.

Los dos se apean del burro y lo cargan. Caminan con bastante trabajo y nuevamente aparecen los aldeanos, riendo.

-¡Nunca vi cosa igual!
-¡Qué par de tontos!
-¡Qué chistosos se ven cargando al burro!
-Dos tontos cargando un burro... (Se ríen)

Todos van saliendo entre burlas y risas.

Padre e hijo se bajan del burro y el animal asustado sale corriendo hacia un puente y cae a un abismo donde muere.


El campesino le pregunta a su hijo: ¿Y ahora qué vamos a hacer?

-La verdad, no sé, papá. Quisimos hacer lo que ellos decían, pero no les dimos gusto. Todos nos criticaron y, además, se burlaron de nosotros.

- ¿Has visto hijo mío? Cada persona que nos hemos ido encontrando en el camino nos ha dado un consejo sobre como debíamos hacer el camino. Y cada vez nos ha parecido que llevaban razón... y así era, en cierto modo. Pero la razón de uno la criticaba el siguiente y la de éste era de nuevo criticada por otro. Y así pasa siempre en esta vida... Por eso, hijo mío, hemos de aprender una cosa de esta jornada: has de hacer siempre aquello que TÚ consideres correcto y no dejarte llevar por lo que los demás te digan, pues solamente tú eres responsable de tus actos y solo debes responder de ellos ante tu conciencia.


La moraleja es evidente. Los verdaderos burros de esta historia son todos los que se ven con derecho de juzgar el comportamiento de los demás, como que fueran dueños de la verdad.Termino retomando las palabras de Jesús de que primero hay que ver la viga en nuestro ojo, antes de señalar a un semejante.

No hay comentarios.: